Casi todos los turistas han huido de Granada, la llamada "París de Centroamérica", desde que estallaron las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega y varias ciudades de Nicaragua vivieron pillajes, incendios y violentos enfrentamientos que dejaron una estela de muertos y heridos.
Muchos hoteles y restaurantes han cerrado o mandado de vacaciones a buena parte de su personal y la famosa calzada de Granada, donde los turistas llegaban a comer, beber y escuchar música, ahora luce desolada.
"Todos se fueron, estamos con la gente que todavía está en el país terminando sus vacaciones, pero pienso que dentro de una semana no tendremos ningún turista", advierte preocupado a la AFP el francés Raman Suzat, quien junto con su esposa Apolline administra un hostal en Granada, 45 km al sur de Managua.
El turismo, que en la última década se convirtió en el mayor generador de divisas en Nicaragua, ha sido fuertemente golpeado por las protestas que estallaron el 18 de abril con bloqueos en las vías, saqueos e incendios.
Recientemente, hombres armados con garrotes salieron en medio de la noche a gritar y romper con violencia las puertas de los negocios para saquearlos.
En su recorrido, los saqueadores intentaron forzar una de las entradas del hostal de Suzat, pero fracasaron porque el francés colocó rápidamente su vehículo detrás del portón, mientras sus 40 huéspedes temblaban de miedo.
Al amanecer todos hicieron sus maletas y se fueron. Fue "una noche de terror", recuerda Apolline.
Raman llegó hace tres años a invertir en Nicaragua atraído por sus niveles de seguridad y su crecimiento económico. Diariamente recibía entre 30 y 40 turistas, muchos de ellos europeos, estadounidenses y canadienses.
En mayo su negocio se desplomó y con pesar cesó a la mayoría de sus empleados y junto con su esposa se puso al frente de la recepción, la cocina y la contabilidad.
Desenchufaron varios aparatos eléctricos para bajar costos y podrían abandonar el país si la situación no mejora.
"Nosotros manejábamos un 60% de ocupación y ahora estamos en cero, esto es crítico", concuerda el empresario nicaragüense René Sandigo, socio del hotel Real La Merced, una estructura neoclásica provista de finos muebles de madera.
Mientras que el francés Didier Tissot, socio de dos hoteles y un restaurante, dijo a la AFP que han tenido que despedir a la mitad de sus trabajadores por falta de clientes.
"Todos los días tenemos cancelaciones (..) la situación es muy seria", confirmó a la prensa el presidente de la Asociación de Hoteleros, Alvaro Diéguez.
-"Se escuchan disparos"-
La crisis aqueja a todos los centros de Granada, considerada la meca del turismo nicaragüense por su atractiva arquitectura colonial, su ambiente cosmopolita, los paseos al extinto volcán Mombacho y al maravilloso Lago Cocibolca, que con sus casi 400 isletas bordea la ciudad.
"Es un ciudad con mucha cultura", dice a la AFP la turista estadounidense Lissa Losson.
Pero "de noche se escuchan disparos de armas y golpes en las puertas", relata Maya Motyka, una canadiense de 19 años que subió al campanario de la Iglesia La Merced a tomar fotos de la ciudad, fundada en 1524.
En sus época de apogeo, los comensales iban a los quioscos del parque a comprar apetecidos platos nicaragüenses como el vigorón (yuca con chicharrón), gallo pinto (arroz revuelto con frijoles) con huevos fritos y cerdo con mandioca.
"Ahora solo tengo dos clientes tomando refresco", suspira Angélica Talavera, dueña de un comedor.
El boom turístico había dinamizado la economía de Granada y abierto empleos como meseros, recepcionistas, administradores, cocineros, limpiadores, guías, transportistas.
El gobierno estima las protestas reducirán en más de 20% los 811 millones de dólares en ingresos proyectados este año en el sector turismo, aunque los daños podrían ser mayores.
Calcula además que la economía reducirá su crecimiento en 2018 a entre 3% y 3,5%, desde una proyección inicial de 4,7% a 5,2%.
Estados Unidos ha advertido a sus ciudadanos que reconsideren viajar a Nicaragua por el clima de protestas.
"Nuestro principal mercado son los americanos y la embajada, al decir que hay alerta, la mayoría se fueron", lamenta el guía Eduardo Corea, quien dice que los pocos que han quedado son turistas "mochileros", que gastan poco en sus visitas.
"Estamos en incertidumbre", dice a la AFP la mexicana Malena Ortiz, socia de un restaurante de Granada.